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lunes, 31 de diciembre de 2007

El último del año

Un clásico yamadori urbano, uno de esos que pacientemente esperan el momento de ser trabajados. Esta planta de la moneda, Portulacaria afra, fue recogida de un volquete hace unos cuatro años. Después de rehacerle el pan de raíces e ir podando gran parte de las ramas la llevé al vivero de Marita para trabajarla entre todos.
Inicialmente estaba pactado trabajarla con Diego, asado mediante, terminamos con la colaboración de Pancho y el seguimiento del curso de los sábados por la tarde.


Esta es la vista de la planta antes de empezar el trabajo, mide unos 78 cmts. de alto y un nebari de 25 cmts. Después de una larga observación había dos diseños posibles que no gustaban a todos, el primero, propuesto por Diego se basaba en un moyogi que seguía la línea de la segunda rama larga de la derecha (en la foto de abajo), la segunda propuesta era hacer algo más conservador, teniendo en cuenta los años de la planta. Fuimos a por la dos.


El desafío más importante fue compactar la primera rama y reducir su largo con el inconveniente de su grosor. Con pedazos de manguera protegimos la corteza del alambre de los tensores.


Muchos tensores. Mucho compactar. Este es el resultado final. Ahora resta pinzar los brotes para hacer densos los pisos de follaje y tal vez, mejorar algunos ángulos que por el grosor de los troncos no pudimos poner, al menos en esta primera instancia, en donde el diseño indicaba.


Los dejo, me voy a brindar. Buen año para todos.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Monólogo de fin de año

Pensaba en no escribir.
Han pasado tantas cosas en este año que me dije -no escribas, te vas a meter en quilombos.
Pero me dieron ganas de hacer un repaso, como un recuento de este 2007, desde el inicio del taller de los jueves hasta el brindis de fin de año.
Año raro. Agitado, pero no mucho.
Con un evento principal como fue el Matsuri, hasta muestras como la de Damián Carlini en Rosario o la de La Bancaria en Buenos Aires entre muchas otras. Buenas muestras, buenos trabajos. El nacimiento de la revista Bonsái puntoar y de varios blogs, entre ellos este el bonsái argento.
La confirmación del Congreso de la FELAB en Buenos Aires, la posibilidad de conseguir en nuestro país macetas, abonos y herramientas argentinas y del extranjero.
Leido así parece que fue un gran año para el bonsái en Argentina. Sin embargo la mayoría de los mensajes de fin de año hablan de un deseo de un 2008 unidos, de dejar las peleas y diferencias de lado.
Raro.
Después del evento del Matsuri apareció un mensaje dando vuelta en los foros firmado por un tal Alejo que movilizó el mundillo nuestro de cada día. Ese mensaje fue el que me impulsó a tratar de generar un espacio en donde desmitificar, hacer más simple y tratar de mostrar que se puede hacer bonsái con más pasión que política, disfrutando lo que se hace sin pensar tanto en el que dirán. Escuché comentarios desde ”dejá de avivar giles” hasta ”encima ahora todos enseñan”. Lamenté que esa imagen que se describía en los foros fuese lo que se ve del bonsái en nuestro país.
¿Será que todos no cantamos la misma canción? ¿Me decis que me ponga en el coro y me cambias el estribillo?
Me acuerdo del foro de FENABRA. Me acuerdo que estaba bueno. Había chances de pensar en voz alta y no sólo hablar de cómo regar o de despuntar un junípero. Hasta me animo a pensar que fue la cuna de todo este movimiento internético del bonsái. De repente desapareció.
Terminemos con las cosas que desaparecen por falta de resolución, por falta de diálogo.
Seguro será un buen año para el bonsái el próximo 2008. Porque vamos en ese camino, cada uno aportando su granito de arena.
Lo que me llama la atención es la modalidad monje zen argentino, todos hablamos de wabi, todos hablamos de sabi, y me pregunto si no sería mejor hacernos cargo de lo que somos y desde ahí arrancar para adelante, es confuso hablar de humildad en un país donde el que no llora no mama. Tal vez pensar en poder ver igual cantidad de obras maestras (opus magnum) como de maestros enseñando no suene tan utópico.
Trabajar más en equipo, disfrutar entre amigos y respetar a nuestro maestros son mis deseos para el 2008. Ahora, hablemos de bonsái.

lunes, 24 de diciembre de 2007

El Bonsái de Papá Noel -una historia de chicos-

Me contó una vez un amigo de un gran amigo mío, que tenia un primo que era amigo de la hermana de un tío que vivía en un lugar por allá lejos, cerca de donde vivían los vikingos, que haciendo un super pozo para hacerle la cucha a un perro de esos que usan para la nieve, encontraron una vieja cajita de madera, llena de dibujos que hasta hoy nadie pudo saber que dicen. Tenía una cerradura re rara que sólo pudo ser abierta por un señor que hacia eso, abría cerraduras raras. Adentro había un papel, también viejo, con las letras medio borradas, pero si uno se acercaba un poco y se concentraba podía leer una historia especial, la historia del bonsái de Papá Noel.
Papá Noel tenia uno, muy muy viejo, que cuidaba de una forma especial.
-Que annnbre padrino, si con el frío que hace donde vive Papá Noel no pueden vivir árboles, me dijo Nacho mientras se mordía el labio de abajo y dejaba salir ese sonido particular, mezcla de elefante con aspiradora, -que annnnbre.
-Viste, por eso es especial esta historia, escuchá como sigue.
Decían que se lo había regalado un señor de China, que estaba recontra re viejo y que no tenía ningún familiar a quien dejárselo. Papá Noel lo acepto gustoso cuando escuchó que no era un bonsái cualquiera, era un árbol especial, que sólo brotaba cuando sentía que la gente tenia fe de que así fuera.
Lo tenía en su oficina, entre las cartas de los chicos de todo el mundo, y lo miraba constantemente. Siempre esperaba que brotara. Y el bonsái lo hacía. Daba la casualidad que cuando empezaban a llegar las cartas, el bonsái brotaba.
Pero un año no brotó.
Papá Noel desesperado empezó a buscar en internet tratando de averiguar que le pasaba.
Nada encontró.
El problema era que se acercaba la navidad y Papá Noel triste porque el bonsái no brotaba no tenía ni ganas de salir a repartir juguetes. Convencido por los duendes que lo ayudan en su tarea, empezó a leer las cartas, y se detuvo en una especial, una que justamente hablaba de árboles.
La escribía un chico que sólo firmaba con una M. Decía algo parecido a que estaba triste porque le daba bronca que todos los años metieran adentro de la casa ese feo árbol para decorarlo y que por culpa del tamaño que tenía tapaba la tele que usaba para conectar la play. Que nunca le traían lo que pedía y encima tenía que aguantarse el perfume de su tía Clara que le hacía picar la nariz. Decía que la navidad era horrible, todo lleno de árboles y de gente grande que hablaban cosas que él no entendía y repetía lo de su tía con perfume, encima no podía jugar con la play.
Papá Noel creyó entender lo que le pasaba, a M y a su bonsái. Creyó escuchar las palabras del viejo chino que le decía –lo hace brotar la fe…

Esa noche M recibió dos sorpresas, un juego nuevo de carreras de auto en 3D y una semilla, pegada con cinta scoth en la tapa del dvd.

Los papas de M miraban a su hijo sorprendidos. M despegó la semilla, apoyó el juego en el sillón y sin saber que lo impulsaba, llenó un vasito de plástico con tierra de una de las plantas del comedor y plantó la semilla. Se sentó con las piernas cruzadas, una mano en la pera sosteniendo la cabeza y se quedó hipnotizado mirando el vasito. La tierra se empezó a levantar dejando ver unas hojas apretadas como alas de mariposa recién nacida.

Papá Noel, en su oficina, disfrutaba de los nuevos brotes de su bonsái.

Feliz Navidad.

sábado, 22 de diciembre de 2007

Ceibo -La leyenda continúa-

-Sergio, ya que podés, regame estas de aca. Dale, del ceibo para aca. No papá, esa no, del ceibo para "este" aca.
Entendí el mensaje. Diego es claro cuando de regar se trata. Del ceibo para aca.
-¿Y loco, vas regar o no?
Me encontró regando siempre la misma planta, no podía dejar de mirar el ceibo, ese que hacia de punto de inicio desde donde regar. Tenía las ramas dobladas, como rotas, giradas para abajo.
Se me acercó y me dijo, -qué pasa, nunca viste esta técnica, es la forma de podar el ceibo sin que se necrose toda la rama, aguantame, pongo la pava y te explico.

Tal vez inspirado en su propia leyenda, el ceibo (Erythrina Cristagalli) se adapta muy bien a este sistema de poda. La leyenda cuenta que una indiecita guaraní, capturada por los españoles fue sentenciada a morir en la hoguera por haber matado a un guardia, y que a medida que las llamas la abrazaban, ella se transformaba en un árbol de un verde azulado y flores rojas. Como un símbolo de fortaleza y valentía.

La técnica no es tan drástica, no hay que matar guardias ni quemar doncellas. Se trata de romper la rama, esperar que se necrose y cortar.
Elegida la rama que se necesita achicar, se dobla con fuerza y se deja doblada hasta que se seque el "doblés". Luego se corta y la rama no retrocede el secado, problema que tienen estos árboles al momento de podar, sino que se frena en ese sector.


Si bien la rama está doblada, no muere, y sigue estando verde por un largo tiempo, sin embargo apareceran brotes cerca del "doblado" que se desarrollan rapidamente.


Un Antes y un Después del "doblado". Sólo hay que esperar que se seque y se cierre ese sector doblado de la rama a podar y se corta.

Gracias a Diego Mosqueda por compartir tus técnicas, detalles secretos que se ven mejor a la luz de los ojos de todos.

domingo, 16 de diciembre de 2007

Tanuki -¡los dos a la final!-

Pienso que me querían confundir. Como que estaba todo preparado.
El tipo me dijo, - mire, contra las hormigas, nada mejor que la "tablita max", es única, funciona de "dié"; para saber como usarla lea el instructivo.
El papelito decía: a una distancia prudente de la boca del hormiguero, coloque la "tablita max", espere que pase una hormiga por encima y aplástela con el martillito indicado en el catálogo con la letra M (supuse que era M por martillo).
Efectivo. Pero se me pasaron los días tratando de exterminar un hormiguero. Así que hay vamos, dos entregas al precio de una. Tanuki parte 3 y 4.

De visita a una de los viveros amigos (siempre son viveros amigos, aunque nunca fuimos al cumpleaños del dueño) me fui directo a la parte de las pequeñas coníferas. Unas siete especies diferentes, algunas mejores que otras. Levantándolas del piso para ver el tronco, el nebari y las ramas, me dí cuenta con la cara que nos ven la gente que no entiende que estamos haciendo, pesarán que estamos locos "desvistiendo" las plantas buscando algo raro.

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Elegí un Junípero Yukon Bell de $22, una extraordinaria relación costo-beneficio, ideal para practicar, no tan doloroso si se muere. Tenía aspecto de que hacía rato estaba en ese envase.



Una vez en casa, empezamos a ver de que manera se podían hacer amigos, la raíz y el junípero, buscando la forma de combinar curvas, tratando siempre de no forzar la línea del tronco del árbol. Más que nada, porque al estar la posibilidad de tallar la madera es preferible adaptar esta última al árbol. Inclinando un poco el tronco aparecía una curva parecida a la que traía la planta.


Podía funcionar. Normalmente trato de dibujar el diseño que espero me salga. En este caso, con la inagotable fuente de inspiración que es ecuchar a Los Cafres mientras me tomo un material (traducción: escuchar música reggae y tomar mate) y utilizando como soporte técnico la cartuchera de la escuela de mis hijas, me salió este bonito proyecto. Cualquier queja, seguro que fue el agua del mate.


Ahora que sabemos que planta vamos a usar, queda trabajar los detalles de la madera muerta, el largo de las ramas, la terminación. Recordemos que mientras preparamos la madera para resaltar detalles de texturas, dejamos algunas partes sin tocar, bueno, les llegó el momento.
Como la madera estaba extremadamente dura y seca, utilicé varios métodos para doblar, desde humedecerla, alambrarla y meterla dentro del horno de la cocina para darle calor, hasta usar el "soplete loco" para calentarla en puntos específicos y así tener más dominio sobre lo que se dobla. El resultado fue una madera con ramas no tan largas para poder tener espacios negativos marcados que permitan ser complementados con las ramas del junípero que no eran muy largas.


Como no es una época ideal para manosear juníperos, fueron necesarios varios acercamientos de la madera con la planta hasta tallar la canaleta que hará las veces de contenedor del tronco de la planta. Para que se vea el tronco y parezca una vena viva del árbol semimuerto, la profundidad de la canaleta debería ser un poco más profunda que la mitad del tronco, ok, ok, querés una medida, ponele dos tercios dentro de la canaleta y un tercio que se vea como vena viva. Yo (que no soy Carlos Saccan) clavo el tronco a la madera, normalmente con clavos de bronce, pero como imaginaran, no tenía. El tronco tiene que quedar firme, pero no muy apretado para que al mover el árbol en el plantado y en el alambrado no se rompa la corteza.



Trabajada la madera y unida a la planta, sólo quedaba trasplantar ambos a una maceta. Para este diseño voy a utilizar una que compré en Mundo Bonsai, bastante amplia como para dejar crecer al árbol pero no tan enorme como para que quede obsceno.




Antes de plantar, casi me olvido, y para proteger la madera de la humedad de la tierra, es bueno pintarla (bien pintada dije (bien de mucho)) con aceite de lino, la base y lo que va dentro de la tierra principalmente. Esta es la vista de los tres elementos unidos previos al alambrado: maceta, madera y planta. Unas horitas de alambrado para tratar de que parezcan una sola cosa.



Vista aérea.



Parecido al dibujo. Falta pinzarlo un poco, pero como no conozco demasiado a esta especie, prefiero dejarla que se recupere un poco y después seguir con el detalle de las mazas de verde. Aún así, Thierry Font me dijo una vez mientras nos tomabamos unas cervezas en Brasil, que siempre es mejor dejar en los juníperos una maza de hojas que no sea inferior al 25% del total que tenía la planta antes del modelado.

Tanuki me pediste.
Tanuki tenés.





miércoles, 5 de diciembre de 2007

Tanuki -toma dos-

El ojo alerta, la mirada rápida, los párpados entrecerrados para evitar que nada interfiera, que nada distraiga. Hasta que la vemos. Nos mira, la miramos, un enlace de lagrimales a punto de explotar y vetas de celulosa lignificadas mostrando sus detalles....

Entiendo que puede ser un poco exagerado, pero encontrar un pedazo de madera seca o de raíz que sirva para un tanuki se puede contar de esa forma. Muchas veces los restos de podas guardados sirven, tratamiento mediante, para armar un diseño interesante.
Primero lo primero, en este segundo acto trabajaremos solamente la madera.



Parece importante presentado asi: una sobra de poda en donde vamos a tratar de encontrar algo de fuerza que acompañe a la planta que le vamos a agregar.
Todavía no existe esa planta, espero que la vieja raíz me diga que tipo de acompañante le gustaría. Siempre es bueno ser coherente al elegir la forma de combinar madera y árbol, buscando similitud entre especies, formas, texturas, colores. Contrastar, integrar, cambiar ritmos, armonizar, se puede todo, elijamos lo que conforme una buena unidad.

Primer paso. La limpieza.

Una limpieza con cepillo, en este caso de alambres, resulta necesaria. Las partículas de polvo, tierra y todo lo que se le pueda quedar pegado, no sólo no dejan ver la textura de la madera, sino que pueden estar ocultando muchos bichos que tal vez, traten de comerse a la planta compañera.




Para la foto usamos un cepillito, después, trabajamos con un torno chico. Viendo que se tardaba mucho decidimos ayudarnos con la máquina grande y un cepillo mucho más grande. Sugiero, para evitar ojos ilegales, usar antiparras.

(si ya quedó limpio, avance dos casilleros)





Segundo paso. La Gran Nerón.

Cuando se vive en un departamento, la medida de cuándo ya está terminada la limpieza se la dá la cara de su mujer (como es mi caso) o marido según corresponda, o los estornudos del perro si es que tiene.
Pásele la mano (a la madera...), trate de sentir los detalles con los dedos, la textura también se siente con los ojos, hay que completar la idea que se tiene en el imaginario acerca de esa textura que ve.
Una de las formas más fáciles de resaltar detalles es a través del contraste. Pruebe con una mano acercándola a la luz, vea como aparecen o desaparecen pliegues, arrugas. Los tonos claros, los intermedios, las sombras refuerzan las propiedades de la textura. En este caso, vamos a utilizar fuego (con un soplete de los que se usan en gastronomía) para hacer la famosa "Gran Nerón".
Con pasadas suaves hay que tratar de quemar (quemar es que se ponga oscuro, no carbón que sobró del asado del mediodía) primero las rebabas que quedaron de la limpieza y después tratar de hacer resaltar líneas para que marquen ritmos visuales, líneas q direccionen la mirada.

Algo parecido a esto. Notarán que no cortamos ni terminamos de tallar las ramas largas, ni tampoco trabajamos la base de esta raíz, detalles que nos ayudarán en el momento de la terminación del trabajo.


Una vez quemado, se puede cepillar los lugares que se quedaron muy oscuros y si le quedó masomenos como pensaba, pasamos al paso 3.



Tercer paso.
Pintor que pintó la luna.

–Che, voy a pasar polisulfuro...
–Naaaa, dejate de joder, otra vez con eso no!
–Es un toque, dale, después lavo los platos.

El polisulfuro es un viaje de ida.
Volvemos al departamento. Convencidos los habitantes de que en 3 minutos se va el olor, le damos una buena pintada, evitando que queden lagunitas. Esto desinfecta la madera, la endurece y al ponerla al sol, le dá un color blanco mate parecido al de los jins y sharis de los árboles en la naturaleza (como los de las montañas).

Terminado de pintar, hay que poner la madera en un lugar ventilado y que le dé el sol para que termine el proceso de blanqueado.










Queda mirar la madera, buscarle el mejor ángulo, y salir a elegir una planta. Eso para la próxima.