-¿Acebuche?, le pregunté con una ceja levantada y la nariz entre fruncida y repingada. ¿Acebuche o hacé buche? (que en lunfardo es como increpar a un soplón).
-No salame, Acebuche, es un olivo salvaje. Y antes que me preguntes no da aceitunas que haya que domar, son más chiquitas, pero da igual.
De la familia de las Oleáceas, el Acebuche es un olivo silvestre que injertado, se convierte en olivo de cultivo y producción. Planta con historia y al mejor estilo de bailarina de Tinelli, supo aparecer en todos los registros escritos de todas las culturas mediterráneas desde hace más de 5000 años. Hablaron del acebuche en Siria, en Grecia, en Egipto en Creta y hay leyendas como la de Herades que clavó su lanza hecha de madera de acebuche en el templo de Zeus y que al brotar (la lanza) se convirtió en un enorme árbol sagrado. De una u otra manera, todas estas historia no hacen más que resaltar una característica, es un árbol resistente y muy longevo.
En Argentina se cultiva en la región de Cuyo y también el lunfardo porteño supo articular su sonido; olivar o tomarse el olivo no es otra cosa que irse, huir y como ilustración de diccionario así comenzó esta historia.
Prólogo
Para mi, las vacaciones se sintetizan en tres elementos extra familiares, la hamaca bahiana, la parrilla y el fernét. Recostarme en la hamaca revisando la cocción del asado al ritmo del ir y venir con un vaso de fernét con cubitos es lo que necesito. Corría el año 2005, mes de febrero, cuando al bajarme de la hamaca y al tratar de fijar la vista en algo, lo ví. El tronco, las terribles ramas largas, el verde oscuro de las hojas, -¡mirá lo que encontré! dije mientras movía los dedos de los pies sin lograr sacarme la tierra de la ojotas.
-Olivá con eso de acá... No entra en el auto...
Acababa de nacer una nueva relación.
El proyecto, primera parte: ¡relajate papá!
Una vez en el vivero, y teniendo en cuenta que era pleno verano, planté el acebuche en una palangana con aires de balde, suelo bien suelto (40% compost y 60% de arena gruesa) y lo dejé brotar. Sólo até una rama, pero de vicioso. Tenía muchas ganas de trabajarlo.


Este es el estado en noviembre de 2006, después de la poda lo trasplanté a una maceta de entrenamiento, había recuperado gran parte del sistema radicular, aunque los acebuches (que guardan gran cantidad de reservas en la base del tronco) suelen emitir raíces con facilidad.
El proyecto, segunda parte: así corazón, así..
Las ramas ya habían desarrollado y era hora de empezar con su entrenamiento para convertirlo en bonsái. Investigación mediante, decidí un diseño con ribetes históricos, es decir, mucha madera muerta y un espíritu de soledad con chispas de paciente espera.
Los acebuches, cuando algo le pasa al tronco (enfermedad, parásitos o accidente), rebrotan de su base y generan un nuevo tronco.







El proyecto, tercera parte: va queriendo...


Estado actual, abril de 2008. Bastante parecido al dibujo. En Septiembre va a encontrarse con su maceta definitiva.
Lo bueno de trabajar con acebuches es que si uno no los mata, tiene asegurado unos 600 años como mínimo para aprender a hacer bonsái.
2 comentarios:
MUY BIEN. ASI VALE LA PENA ESPERAR POR CADA NUEVA PRESENTACION QUE REALIZAS, SE NOTA EL TRABAJO Y LA PRODUCCION. ESTE BLOG CADA VEZ ESTA MAS INTERESANTE Y SE NOTA QUE LE PONES "PILA PILA".
Sergio, por fin conozco tu espacio, este trabajo me gusto mucho, además es como que lo fuiste depurando y junto con él se llego a un diseño y resultado para mi exelente.
Saludos y Gracias
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