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miércoles, 5 de diciembre de 2007

Tanuki -toma dos-

El ojo alerta, la mirada rápida, los párpados entrecerrados para evitar que nada interfiera, que nada distraiga. Hasta que la vemos. Nos mira, la miramos, un enlace de lagrimales a punto de explotar y vetas de celulosa lignificadas mostrando sus detalles....

Entiendo que puede ser un poco exagerado, pero encontrar un pedazo de madera seca o de raíz que sirva para un tanuki se puede contar de esa forma. Muchas veces los restos de podas guardados sirven, tratamiento mediante, para armar un diseño interesante.
Primero lo primero, en este segundo acto trabajaremos solamente la madera.



Parece importante presentado asi: una sobra de poda en donde vamos a tratar de encontrar algo de fuerza que acompañe a la planta que le vamos a agregar.
Todavía no existe esa planta, espero que la vieja raíz me diga que tipo de acompañante le gustaría. Siempre es bueno ser coherente al elegir la forma de combinar madera y árbol, buscando similitud entre especies, formas, texturas, colores. Contrastar, integrar, cambiar ritmos, armonizar, se puede todo, elijamos lo que conforme una buena unidad.

Primer paso. La limpieza.

Una limpieza con cepillo, en este caso de alambres, resulta necesaria. Las partículas de polvo, tierra y todo lo que se le pueda quedar pegado, no sólo no dejan ver la textura de la madera, sino que pueden estar ocultando muchos bichos que tal vez, traten de comerse a la planta compañera.




Para la foto usamos un cepillito, después, trabajamos con un torno chico. Viendo que se tardaba mucho decidimos ayudarnos con la máquina grande y un cepillo mucho más grande. Sugiero, para evitar ojos ilegales, usar antiparras.

(si ya quedó limpio, avance dos casilleros)





Segundo paso. La Gran Nerón.

Cuando se vive en un departamento, la medida de cuándo ya está terminada la limpieza se la dá la cara de su mujer (como es mi caso) o marido según corresponda, o los estornudos del perro si es que tiene.
Pásele la mano (a la madera...), trate de sentir los detalles con los dedos, la textura también se siente con los ojos, hay que completar la idea que se tiene en el imaginario acerca de esa textura que ve.
Una de las formas más fáciles de resaltar detalles es a través del contraste. Pruebe con una mano acercándola a la luz, vea como aparecen o desaparecen pliegues, arrugas. Los tonos claros, los intermedios, las sombras refuerzan las propiedades de la textura. En este caso, vamos a utilizar fuego (con un soplete de los que se usan en gastronomía) para hacer la famosa "Gran Nerón".
Con pasadas suaves hay que tratar de quemar (quemar es que se ponga oscuro, no carbón que sobró del asado del mediodía) primero las rebabas que quedaron de la limpieza y después tratar de hacer resaltar líneas para que marquen ritmos visuales, líneas q direccionen la mirada.

Algo parecido a esto. Notarán que no cortamos ni terminamos de tallar las ramas largas, ni tampoco trabajamos la base de esta raíz, detalles que nos ayudarán en el momento de la terminación del trabajo.


Una vez quemado, se puede cepillar los lugares que se quedaron muy oscuros y si le quedó masomenos como pensaba, pasamos al paso 3.



Tercer paso.
Pintor que pintó la luna.

–Che, voy a pasar polisulfuro...
–Naaaa, dejate de joder, otra vez con eso no!
–Es un toque, dale, después lavo los platos.

El polisulfuro es un viaje de ida.
Volvemos al departamento. Convencidos los habitantes de que en 3 minutos se va el olor, le damos una buena pintada, evitando que queden lagunitas. Esto desinfecta la madera, la endurece y al ponerla al sol, le dá un color blanco mate parecido al de los jins y sharis de los árboles en la naturaleza (como los de las montañas).

Terminado de pintar, hay que poner la madera en un lugar ventilado y que le dé el sol para que termine el proceso de blanqueado.










Queda mirar la madera, buscarle el mejor ángulo, y salir a elegir una planta. Eso para la próxima.


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